La
felicidad es esquiva, pero siempre acude a la llamada de las carcajadas.
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-¡Mamá!
¡Carolina sigue siendo una canija traviesa! Me ha vuelto a manchar de sirope…
¿No sabes, Carol, que hay que tener cierto respeto a tus mayores?
-¡Claro
que sí! Es sólo… que no veo a ninguno en esta mesa.
Las
tres se ríen, sin ocultar sus ruidosas y escandalosas carcajadas.
Mariela
se dirige a la caja, le planta un beso a su madre, le abraza por detrás, y
sigilosamente extiende la tarjeta de crédito junto con su DNI a la camarera.
Su
madre sonríe con cara de desesperación.
-¡Me
tocaba pagar a mí, hija! No tienes remedio.
- Pero
me quieres igual, ¿eh? ¡No protestes mami!
Y
espabila, enana, ¡que nos vamos ya!
Las
tres entran en el coche, contentas y muy alegres después de haber compartido
otro viernes de sirope de chocolate, y
montañas de tortitas con deliciosa nata, acompañadas de miradas cómplices y
confesiones, tanto absurdas como de gran importancia.
Tararean
una de las 4 canciones sin interrupción de cadena Dial, que tanto les anima, y
alguna se atreve a cantar un trozo… no sin fallar y provocar risas entre ellas,
por supuesto.
(Voz
de Elisa)
Mientras
tanto, Elisa piensa en lo afortunada que es de tener a sus dos preciosas,
encantadoras y alocadas niñas, su mayor tesoro es eso, no cabe duda,
sencillamente ¡las adora! No sabría encontrarlas ni un solo defecto, incluso
sus enfados, sus pataletas, o su timidez, resultan en suma parte un aliciente
para que todo el mundo que las conoce se quede prendado de ellas.
Una
voz nueva, como habéis podido comprobar, mamá al ataque!! :) Había que hacerla
un hueco!
A
este paso le ponemos voz hasta al perro! Bueno Mariela se dejará caer prontito
por aquí, y a lo mejor consigo un relato de la Navidad … solo necesito inspiración
(vamos, lo más difícil de conseguir)