¿Sabes
que lo iluminas todo?
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El
sillón rojo, al lado de la ventana, iluminado por la luz del día, con el cielo
azul, reflejándose en el cristal. Hacía un día perfecto y tú y yo, ahí dentro.
Así que decidí que eso se acabaría. Me
senté en el alféizar y esperé ese chocolate caliente que me habías prometido,
una mirada pícara y adivinaste lo que me traía entre manos.
-¿Así
que un picnic en el jardín, eh pequeña?
-Ajá.
Y
me diste un beso. Luego jugamos a identificar formas en las nubes, una rana, un
jarrón, un perro…
Y
cuando te cansaste, sonreíste y me susurraste al oído que había encontrado algo
especial.
-¿De
veras?- contesté enarcando las cejas.
-He
encontrado una princesa suelta por la ciudad.
-¿Tanta
imaginación tienes?
-No me ha hecho falta mirar al cielo, la tengo delante de mis ojos.
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