Mis recuerdos.
Hoy te enseño un secreto, quieto, callado. ¿Lo ves? Son los recuerdos de mis viajes impregnados en las alas de las mariposas, ¡mira con atención! Sólo los que lo quieren de verdad pueden verlas. Así que aquí en mis hojas de papel , sin tinta y sin color, guardaré recuerdos que sólo tú y yo, y quizá alguien más, podamos ver. Si decides zambullirte en esta pequeña, redondeada y misteriosa bolita de cristal, en la que tengo atrapada la imaginación, hazlo con pensamientos de tinta y manos traviesas, siempre viene bien algo de compañía...


domingo, 19 de junio de 2011

Para olvidar tus pupilas necesito volar

Subió las escaleras sonriendo. Ya olía la madera caoba de la buhardilla, era capaz incluso de oler la brillante y acogedora luz que se reflejaba en toda la habitación. Llegó y se descalzó. Lo primero que sentía cuando estaba allí era que estaba en su refugio, en su hogar. Dio una vuelta alrededor de sí misma, los volantes de su vestido acariciándole las piernas. Había vuelto después de tanto tiempo y se sentía segura. Le hacía tanta falta sentirse así después de la batalla que había librado estos días: de silencios imperturbables, de miradas doloridas, y de aguantarse dentro las lágrimas que pugnaban por salir una y otra vez, que se acercaban peligrosamente a la orilla de sus ojos. Se sentó en el filo de la cama, se tumbó boca abajo y cerró los ojos. Sintió por un momento que podía soñar, que podía escapar de la realidad y dejar todos sus problemas atrás. Y para ello sólo tenía que dejar de sentir el borde de sus párpados para sentir las nubes como si fueran algodones de azúcar, sentir las pestañas como si fueran el roce del aire y dejar de percibir la piel para sentir como escapa de la habitación, como asciende casi sin darse cuenta. Y sabe que vuela, acariciando las alas de los pájaros y sintiéndose libre, la libertad de ir a cualquier sitio, de sanar sus heridas y de disfrutar al máximo lo que su imaginación le ofrece. Y sabe que cuando abra los ojos y vuelva a su refugio de las alturas estará bien, completamente curada y que habrá recompuesto cada pedacito de su maltrecho corazón, roto por las armas que ofrece la sociedad, de supuestos amigos y de personas que hacen daño con tan sólo mirarte.


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